No vaya a ser que me digan que no está bien. No vaya a ser que me agoten de tanto hacerme repensar lo que he escrito. Con el no vaya a ser en la espalda se me ha despertado el dolor en la columna. Recorre desde la última a la primera vértebra, de un lado a otro y del otro al uno. No voy a decirlo porque no vaya a ser que me deje de doler todo.
Pero es que me han quitado el bozal hace ya unos cuantos días y no me gusta lo de gilicoñas, suena peor. Ahora, como decía aquella a la quiero tanto, me pico y no respiro, y no escribo ni digo. Todos contentos. ¿Tampoco? Pues menudo plan… que nunca lo hacemos bien.
Ya tengo la solución: tú ahí y yo aquí. Pero un aquí que no me va a encontrar ni nadie, ni tú, ni ése, ni éste, ni aquellos, ni todos. Me encanta jugar al escondite de no encontrar. Y por eso se acabó el juego de siempre, ¡qué aburrido era! Siempre que lo intentaban lo lograban, ¡por ti! Y por mí y por el otro. Siempre había que volver a contar.
Gilipollas, gilicoñeces, se acabó el taparse la cara para que no te vean porque ya tengo ganas de encontrarte. Y vamos a sonreír como lo hacíamos cuando bajábamos volando desde la casona hasta casa del marto. Si lo logras no te llamo más gilicoñas y empezaré a hacer algo que nunca he hecho, querer obligada a gilicoñeces.